jueves, 13 de agosto de 2015

El mono se va

Después de casi dos años de silencio, Argonauticks se reencontró. A días de lanzar un simple que sellará esta nueva  etapa, Riccardo Dessupoiu, el cantante de la banda, asegura que el terror fue necesario para evolucionar.

Por CSI
Foto de Florencia Solari 

“Podría decir me portaría bien, etcétera, etcétera. Pero la verdad, no sé. Creo que haría lo mismo”. Riccardo Dessupoiu no esquiva ninguna pregunta acerca de por qué Argonauticks decidió disolverse en su mejor momento. Con la banda que completan Fran Muñoz (guitarra), Nicolás Raffino (teclado), Matías Castro (bajo) y Anator Emar (batería) hoy reunida nuevamente, Riccardo, o el Tano, se muestra reflexivo y asegura que el reencuentro fue espontáneo, algo que simplemente sucedió, como en una familia a la que siempre se puede volver “para que te mimen o para comer un rico postre”.

Como en un espasmo adolescente, las cosas en Argonauticks pasaron muy rápido. A fines de 2009, la banda, que a duras penas acariciaba su primer año de vida, se consagró como la revelación de la ciudad según el Suplemento Joven de Diario El Día. Seis meses después llegó Va(monos!), el primer disco de la banda –algunos lo señalan como el segundo porque, en lugar de hacer un demo con dos canciones como casi todos los mortales, anteriormente Argonauticks había grabado nueve temas y los había metido en un CD al que llamó Babel’n’auticka y que repartía entre quienes se crucen en su camino-. Un año y medio más tarde, y en medio del calor agobiante del diciembre platense de 2011, Antonio Sambrizzi y Kili Smith, baterista y bajista, respectivamente, abandonaron el barco y en cuestión de días fueron reemplazados por Joaquín Caminos y Matías Castro. Para cuando empezó el 2012, el objetivo era uno solo: darle un sucesor a Va(monos!). Así, primero vino el lanzamiento de un simple en formato de vídeo, MMXII, y luego la grabación de Opticks, el mejor disco de la banda. En el medio, otro cambio de formación, con la incorporación de Anator Emar en la batería –Caminos ya se había ido, claro- y la colaboración de Marcos Scarcella en programaciones y teclados. Para cuando Opticks salió, Argonauticks ya casi había terminado de devorarse a sus músicos, que aguantaron un par de meses hasta, por fin, anunciar “un período de pausa”.

“El terror apareció en la grabación y mezcla”, dice hoy el Tano, cantante y guitarrista de Argonauticks, para luego, y sin vueltas explicar qué fue lo que pasó: “Los egos de cada uno” sumados a la búsqueda de “algo que no existe, la nada misma: el reconocimiento”. A pesar de describir a ese período como “hell-dorado” (que tranquilamente podría ser una suerte de fiebre del oro rockera), para Riccardo Opticks es “un disco absolutamente puro”, con canciones que atesoran buenos momentos. “A Pensamientos Alambrados la compusimos con Fran el mismo día que murió el Flaco Spinetta; Dirección Girasol fue creada en una situación linda, en la quinta de Nico durante un verano; y Somos nació casi en colaboración con Gustavo Astarita, la ensayamos con un ukulele en la cervecería de Gustavo, en pausas que nos tomábamos mientras cocinábamos cervezas por la mañana temprano”, ejemplifica para luego volver a asegurar que el último trabajo logró marcar un pico de calidad: “Opticks es un discazo y eso realmente me asombra y me asusta, porque cuando haces algo tan bueno no sé si alguna vez logras superarlo. Ese es el único miedo que tengo ahora”.

–Tal vez parte de la separación tuvo que ver con esos momentos en los que estás haciendo algo bien y te das cuenta que te está saliendo bien. Terminás esperando que el mundo se detenga porque vos hiciste eso. Y el mundo sigue. Te explota un toque la cabeza con eso…
A mí me explotó mal la cabeza con eso, pero al fin se aprende –reconoce Riccardo.

Con “la pausa”, como le gusta llamar al Tano a ese período, ya resuelta, él suele hablar mucho sobre las enseñanzas y la necesidad de reconocer las equivocaciones, aunque esa máxima que dice que de los errores se aprende pueda sonar a verdad de Perogrullo: “Aprendimos a relajarnos y creo que vimos quiénes somos, hacia dónde queremos ir y cómo y de qué manera queremos ir. Personalmente, entendí que la novedad no está afuera, si no adentro de nosotros mismos. Es sinergia pura”, dice para luego asegurar que no hay reproches ni temas pendientes entre los cinco miembros de la banda. Todo tras jurar que después de lo que ocurrió saben qué puertas no abrir, que reconocen cuáles son los límites de cada uno y que, por sobre todas las cosas, ahora se respetan como músicos y amigos.

En apenas unos cuantos días, esta nueva etapa de Argonauticks traerá un simple con dos canciones que, para quienes hayan seguido a la banda durante los días previos a la pausa, pueden esconder algún que otro sonido hallado durante zapadas e improvisaciones sobre el escenario pero que aún así son composiciones nuevas, propias de esta segunda vida de Argonauticks. “Esto es un comienzo, vamos a ver cómo se desarrolla”, dice el Tano mientras destaca que ahora lo único que espera de Argonauticks es “que fluya”.

–Las canciones se van a llamar “On second time” y “Sincero” –anticipa el cantante.
–¿Por qué eligen hacer hincapié en el regreso o en la segunda oportunidad? Digo, podrían haberse hecho los boludos…
–Los nombres son totalmente casuales. En serio. O no…

Aunque ahora evitar cargar de expectativas a Argonauticks se haya convertido en un objetivo, inevitablemente el lanzamiento del simple cumplirá una función: sellar el reencuentro que se inició por casualidad a fines del 2014 en el escenario de El Rincón de los Amigos y que luego se formalizó en abril de este año durante la presentación del libro “Rocambole. Arte, diseño y contracultura” del Mono Cohen en The Roxy. Y el Tano lo sabe: “El simple es una afirmación personal desde el proyecto. Volvimos y estamos activos”.

Por Carolina Sanchez Iturbe

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