Después de casi dos años de
silencio, Argonauticks se reencontró. A días de lanzar un simple que
sellará esta nueva etapa, Riccardo Dessupoiu, el cantante de la banda,
asegura que el terror fue necesario para evolucionar.
Foto de Florencia Solari
“Podría decir me portaría bien, etcétera, etcétera. Pero la verdad, no sé. Creo que haría lo mismo”. Riccardo Dessupoiu no esquiva ninguna pregunta acerca de por qué Argonauticks
decidió disolverse en su mejor momento. Con la banda que completan Fran
Muñoz (guitarra), Nicolás Raffino (teclado), Matías Castro (bajo) y
Anator Emar (batería) hoy reunida nuevamente, Riccardo, o el Tano, se
muestra reflexivo y asegura que el reencuentro fue espontáneo, algo que
simplemente sucedió, como en una familia a la que siempre se puede
volver “para que te mimen o para comer un rico postre”.
Como en un espasmo adolescente, las
cosas en Argonauticks pasaron muy rápido. A fines de 2009, la banda, que
a duras penas acariciaba su primer año de vida, se consagró como la
revelación de la ciudad según el Suplemento Joven de Diario El Día. Seis meses después llegó Va(monos!),
el primer disco de la banda –algunos lo señalan como el segundo porque,
en lugar de hacer un demo con dos canciones como casi todos los
mortales, anteriormente Argonauticks había grabado nueve temas y los
había metido en un CD al que llamó Babel’n’auticka
y que repartía entre quienes se crucen en su camino-. Un año y medio
más tarde, y en medio del calor agobiante del diciembre platense de
2011, Antonio Sambrizzi y Kili Smith, baterista y bajista,
respectivamente, abandonaron el barco y en cuestión de días fueron
reemplazados por Joaquín Caminos y Matías Castro. Para cuando empezó el
2012, el objetivo era uno solo: darle un sucesor a Va(monos!). Así, primero vino el lanzamiento de un simple en formato de vídeo, MMXII, y luego la grabación de Opticks,
el mejor disco de la banda. En el medio, otro cambio de formación, con
la incorporación de Anator Emar en la batería –Caminos ya se había ido,
claro- y la colaboración de Marcos Scarcella en programaciones y
teclados. Para cuando Opticks salió, Argonauticks ya casi había terminado de devorarse a sus músicos, que aguantaron un par de meses hasta, por fin, anunciar “un período de pausa”.
“El terror apareció en la grabación y
mezcla”, dice hoy el Tano, cantante y guitarrista de Argonauticks, para
luego, y sin vueltas explicar qué fue lo que pasó: “Los egos de cada uno” sumados a la búsqueda de “algo que no existe, la nada misma: el reconocimiento”.
A pesar de describir a ese período como “hell-dorado” (que
tranquilamente podría ser una suerte de fiebre del oro rockera), para
Riccardo Opticks es “un disco absolutamente puro”, con canciones que atesoran buenos momentos. “A Pensamientos Alambrados la compusimos con Fran el mismo día que murió el Flaco Spinetta; Dirección Girasol fue creada en una situación linda, en la quinta de Nico durante un verano; y Somos nació casi en colaboración con Gustavo Astarita,
la ensayamos con un ukulele en la cervecería de Gustavo, en pausas que
nos tomábamos mientras cocinábamos cervezas por la mañana temprano”,
ejemplifica para luego volver a asegurar que el último trabajo logró
marcar un pico de calidad: “Opticks es un discazo y eso realmente me asombra y me asusta, porque cuando haces algo tan bueno no sé si alguna vez logras superarlo. Ese es el único miedo que tengo ahora”.
–Tal vez parte de la separación tuvo que
ver con esos momentos en los que estás haciendo algo bien y te das
cuenta que te está saliendo bien. Terminás esperando que el mundo se
detenga porque vos hiciste eso. Y el mundo sigue. Te explota un toque la
cabeza con eso…
–A mí me explotó mal la cabeza con eso, pero al fin se aprende –reconoce Riccardo.
–A mí me explotó mal la cabeza con eso, pero al fin se aprende –reconoce Riccardo.
Con “la pausa”, como le gusta llamar al
Tano a ese período, ya resuelta, él suele hablar mucho sobre las
enseñanzas y la necesidad de reconocer las equivocaciones, aunque esa
máxima que dice que de los errores se aprende pueda sonar a verdad de
Perogrullo: “Aprendimos a relajarnos y creo que vimos quiénes somos,
hacia dónde queremos ir y cómo y de qué manera queremos ir.
Personalmente, entendí que la novedad no está afuera, si no adentro de nosotros mismos. Es sinergia pura”,
dice para luego asegurar que no hay reproches ni temas pendientes entre
los cinco miembros de la banda. Todo tras jurar que después de lo que
ocurrió saben qué puertas no abrir, que reconocen cuáles son los límites
de cada uno y que, por sobre todas las cosas, ahora se respetan como
músicos y amigos.
En apenas unos cuantos días, esta nueva etapa de Argonauticks traerá un simple con dos canciones
que, para quienes hayan seguido a la banda durante los días previos a
la pausa, pueden esconder algún que otro sonido hallado durante zapadas e
improvisaciones sobre el escenario pero que aún así son composiciones
nuevas, propias de esta segunda vida de Argonauticks. “Esto es un comienzo, vamos a ver cómo se desarrolla”, dice el Tano mientras destaca que ahora lo único que espera de Argonauticks es “que fluya”.
–Las canciones se van a llamar “On second time” y “Sincero” –anticipa el cantante.
–¿Por qué eligen hacer hincapié en el regreso o en la segunda oportunidad? Digo, podrían haberse hecho los boludos…
–Los nombres son totalmente casuales. En serio. O no…
–¿Por qué eligen hacer hincapié en el regreso o en la segunda oportunidad? Digo, podrían haberse hecho los boludos…
–Los nombres son totalmente casuales. En serio. O no…
Aunque ahora evitar cargar de
expectativas a Argonauticks se haya convertido en un objetivo,
inevitablemente el lanzamiento del simple cumplirá una función: sellar
el reencuentro que se inició por casualidad a fines del 2014 en el
escenario de El Rincón de los Amigos y que luego se formalizó en abril
de este año durante la presentación del libro “Rocambole. Arte, diseño y
contracultura” del Mono Cohen en The Roxy. Y el Tano lo sabe: “El simple es una afirmación personal desde el proyecto. Volvimos y estamos activos”.
Por Carolina Sanchez Iturbe
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