Está todo
intacto. Gran regreso a las aventuras discográficas por parte de Argonauticks. Canciones
tan necesarias, con el riesgo artístico de continuar apostando por el rock y la
contracultura. Hacer un disco con tanto amor en estos tiempos es revolucionario.
Ninguna canción se parece a la anterior, cada una tiene su personalidad, pide
su presencia: “Infundir” es un temazo que excede haber sido el corte. “Edén” es
una bomba, se encuentran unas guitarras de ricota alucinantes. Lo épico parece
un rasgo distintivo de esta época, un sonido que nos está haciendo confluir hacia
un punto en el que hace rato no nos veíamos todos juntos para avanzar, para
bailar y escucharnos. Código es otro temazo, todo tiene un código, todo es político:
“Tranquilo ya sé que tus labios mienten” Y así es como nos modelan las
subjetividades y somos productos de un mercado, simples algoritmos. Y la valentía
del costado más tierno del niño que juega a ser dios para el final de “Dios en jardín”.
Estas 7 piezas
tienen una densidad informativa que te requiere escucharlo y reescucharlo, una
bocha de sonido de digestión amigable. Salud por ese riesgo. Un gustazo, un
brindis de amor y compañerismo, y de rescatar la identidad y el ADN de Argonauticks,
esa personalidad en una etapa de adultez, como individuos y como colectivo.
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